El amanecer corre para ambos –
El Oriente – guarda su púrpura promesa
esponsal con la colina –
El mediodía rompe las ventanas de su azul
hasta que una amplitud cubra a los dos –
aun – muy remotos –
Tampoco la noche olvida
poner – una lámpara para cada uno –
las pequeñas llamas a gran distancia –
El Norte – levanta su signo de fuego
en yodo –
hasta que ambos – pueden ver –
Los brazos oscuros de la medianoche
estrechan hemisferios y casas
y de esa manera
uno – sobre su seno –
y el otro sobre su dobladillo –
descansan –
No hay comentarios:
Publicar un comentario