sábado, 18 de febrero de 2017

764

Mi vida había sido – una carabina cargada –
abandonada en rincones – hasta que un día
el propietario pasó – se identificó –
y me sedujo –

Ahora vagamos por bosques soberanos –
y cazamos una gran gama de presas –
Cada vez que hablo por él –
las montañas contestan directamente –

Si sonrío una luz cordial
resplandece sobre el valle –
Es como si un rostro del Vesubio
hubiera dejado atravesar su placer –

Y cuando llega la noche – acabado nuestro
buen día – protejo la cabeza de mi amo –
Es mejor que haber compartido –
una cómoda almohada de pluma de pato –

Soy enemiga – de su enemigo a muerte –
No se mueve por segunda vez –
aquel sobre quien yo dirija una mirada de bilis –
o un pulgar enfático –

Aunque yo pueda vivir  - más que él –
él debe vivir – más que yo –
porque yo tengo sólo el poder de matar
sin – el poder de morir –



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