La flor – se expuso – en la montaña –
sin mancha de nombre –
reproducida –
florescencia de un atardecer –
Si yo tuviera semilla, mi siembra púrpura
podría darle dotación al día –
Ni un trópico de un ocaso –
se mostrará alejándose –
Alguien vendrá a arar – la montaña –
y desaparecerá –
No hay aquí testimonio –
de quién será el renombre de la montaña, ni su
marchitarse.
Mientras me expongo – los pétalos solemnes
lejos, hasta el norte – y el oriente,
lejos, hasta el sur y el occidente –
van expandiéndose – y culminan – descansando –
Y la montaña, en la tarde,
compone su semblante –
indicando, sin músculo –
la experiencia –
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