Me atrevo a preguntar - ¿Y si él estuviera
vivo?
¿Y si acaso hubiera muerto?
Así fui – atemorizada – rodeando a las palabras
a medida – que iba encontrándolas –
Sugerí cambios – un lapso de tiempo –
Toqué con mucho cuidado – las superficies
de los años – para que no se quebraran –
y no exponerme, así, a mis miedos –
Me eché hacia atrás, hacia vidas que se
encontraban
cerca – saliendo con habilidad –
de cualquier lugar donde sospechara que vería
tumbas –
Pensé – que era lo más prudente –
Y a él – lo empujé – con una fuerza repentina –
Encarando a la inseguridad –
“Estaba sepultado” – “Sepultado” – “Él”.
Toda mi
vida cabe entre la zanja –
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