Experimentar pérdida por la muerte
de personas que nunca hemos visto –
implica un parentesco vital
entre nuestra alma – y las suyas –
Los extraños no hacen duelo – por un extraño –
Existirán amistades inmortales
a quienes la muerte verá primero –
Es la certeza de esto lo que nos paraliza –
Ellos, vitales solo para nuestro pensamiento –
se llevan esa presencia al morir –
que es como si nuestras almas
huyeran – de repente –
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