domingo, 5 de febrero de 2017

711

Pretendía tener solo modestas necesidades –
como satisfacción – y cielo-
que pudiera cubrir – mi sueldo –
para que así la vida y yo –pudiéramos
permanecer de igual a igual –

Sin embargo, como la necesidad de cielo –
nos incluía a las dos – era suficiente
con mi oración para llegar a un acuerdo
por una de nosotras – para que la gracia
nos otorgara las dos bondades –

Entonces – según ese convenio – oré –
“Gran Espíritu – concédeme
un cielo no tan amplio como el tuyo,
pero adecuado – para mí” –

Una sonrisa lavó la cara de Yahveh –
los querubines – se hicieron a un lado –
santos de rostro grave salieron en puntillas
a mirarme – y también mostraron sus hoyuelos –

Me alejé de ese lugar con todo el poder que yo tenía –
Arrojé mi oración –
Los siglos inmóviles la recogieron –
Y además – el Juicio Final – parpadeó –
sorprendido porque una mujer tan honesta –
como yo existiera – Asumí como verdaderas
aquellas palabras según las cuales “todo –
lo que pidan les será concedido” –

No obstante, ahora soy más perspicaz –
Escudriño los cielos con algo de sospecha –
como esos niños que han sido engañados –
una primera vez y piensan – que todas
las personas – los van a engañar –



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