Tenía una bendición sobre los demás,
inmensa a mis ojos,
tanto que dejó de hacer cálculos – satisfecha –
Porque esta medida hechizada –
era el límite de mi sueño –
el foco de mi plegaria –
una perfecta – paralizante benevolencia –
complacida en cuanto a desesperación –
No supe más de anhelos – ni de frialdad –
Ambos se convirtieron en fantasmas
Para este nuevo valor en el alma –
esta muy suprema suma terrena –
El cielo de abajo oscureció al cielo de arriba
–
con un más rojizo azul –
Las latitudes de la vida se entregaron –
totalmente –
El Juicio Final pereció – también –
Por qué la benevolencia se desembolsará
de manera tan parca –
Por qué el Paraíso tendrá aplazamiento –
Por qué nos van a servir las riadas – en
cuencos –
No conjeturo más –
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