jueves, 7 de abril de 2016

337


El alma tiene momentos especiales –
de proximidad – a las cosas que se le desgajaron.
Cuando la oscuridad – resulta ser lo raro –
lo nítido – parece – fácil –

Las siluetas que sepultamos viven
alrededor, familiares, dentro de habitaciones –
no desvirtuadas por el sepulcro.
Llega, deshaciéndose, nuestro compañero –

justo con la misma chaqueta que llevaba
abotonada durante mucho tiempo en el moho,
Desde que – jugábamos – en viejas mañanas de la niñez –
un mundo – nos separa.

El sepulcro devuelve lo que robó –
Los años devuelven las pertenencias que nos quitaron –
Resplandecientes nudos de apariciones
nos saludan con sus alas –

Como si nosotros – fuéramos – los muertos –
y ellos – solo hubieran estado esperando
que volviéramos a reunirnos – como si fueran ellos,
y no nosotros, quienes llorábamos por la muerte –


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