martes, 12 de abril de 2016

349

Él me tocó, así pues sigo viva sin saber
que ese día, y con su permiso,
indagué a tientas por su pecho –

un lugar sin fronteras para mí.
Y me ordenaron callar, como el mar tremendo
detiene a las corrientes menores.

Y ahora soy diferente de como era antes,
como si respirara un aire superior –
o como si rozara la túnica de un rey –
Diferentes también mis pies, que tanto deambularon –
Mi rostro gitano – está ahora transfigurado –
en un más tierno renombre –

Si yo alcanzara a venir hasta este puerto
Rebeca no se devolvería tan violada
a Jerusalén –
Ni el persa elevaría, desconcertado ante su altar,
un signo de crucifixión semejante
al sol imperial de ella.




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