sábado, 9 de abril de 2016

340

Sentí un funeral en mi cerebro,
y los dolientes no dejaban de pisar – y pisar –
de acá para allá – hasta que en apariencia
el sentido estaba abriéndose camino –

Y cuando todos los presentes tomaron asiento,
una ceremonia religiosa igual a un tambor –
continuaba golpeando – y golpeando –
hasta que pensé en que mi mente
estaba dejando de ser sensible –

Y luego los oí mientras levantaban una caja de madera
que crujía entre mi alma
otra vez, con aquellas mismas botas de plomo.
Entonces el espacio – comenzó a tañer

tal como si todos los cielos fueran una campana,
y el ser sólo un oído,
y el silencio y yo fuéramos una raza extraña
solitaria, náufraga –

Después se rompió una de las tablas de la razón,
Y caí más abajo – y más abajo –
Y hallé un mundo en cada tropiezo que di,
Y fue ahí – cuando terminé entendiendo –


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