Una prisión termina por
convertirse en amiga –
Entre su cara pesada y
nuestro rostro –
Está expresado un parentesco
–
Y acudimos a sus estrechos
ojos –
Para buscar con gratitud
El rayo de luz adecuado
Que ella nos prodigará –
Por igual –
Lo hemos establecido como
nuestro alimento –
Lo hemos anhelado –
Aprendemos a conocer las
tablas
Que responden a nuestros pies
–
Al principio – sonido muy
miserable –
Pero no tan dulce como ahora
–
Idéntico al chapotear en los
charcos –
Cuando la memoria era una
niña –
Un circuito más humilde –
Una alegría geométrica –
La postura de la llave
Que interpone el día a
nuestros afanes –
No es tan real
La mejilla de la libertad –
Como este acero fantasmal
Cuyas características están
tan presentes
Para nosotros – día y noche –
Como las nuestras –
Y casi tan sin – escapatoria
–
La estrecha ronda de vigilancia
– el turno –
El lento intercambio de
esperanza – de algo
Más pasivo – más contenido.
La libertad que conocíamos
Era demasiado escarpada como
para mirar
Hacia arriba – era evitada –
como un sueño –
Demasiado ancha para
cualquier noche,
Excepto para el Cielo –
Si es que eso, el Cielo – en
verdad – va a redimir –