Ascendí – porque él se hundía
–
Pensé que iba a ser al
contrario –
Sin embargo, cuando su poder
flaqueó –
Mi alma quedó erguida.
Le di ánimo a mi fracasado
príncipe –
Canté firmes – uniformes –
cánticos,
Le brindé alivio a su tenue
película – con himnos –
Y cuando se apartaron los
rocíos
Que mantenían suave a su
frente –
Me encontré con él –
Bálsamo a bálsamo –
Le dije: lo mejor – tiene que
pasar
Por este bajo arco carnal –
No hay casco que sea tan
valiente
Como para despreciar a la
tumba –
Le hablé de mundos que
conocí,
Donde fueron criados
emperadores –
Quienes nos llevaban en su
corazón
Sólo si éramos veraces –
Así, con músculos de himnos –
Nervios de adentro –
Y modos que – hasta ese
momento – yo ignoraba
Que conocía –
Lo levanté –
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