¡Solo una vez! ¡Solicitud
mínima!
¿Podría, diamantina, rechazar
–
Una gracia – tan pequeña –
apenas planteada –
Tan agónicamente urgida?
No podía ser un dios de
pedernal –
Consciente de un suspiro –
Cuando debajo de su cielo –
resonó frágil –
“¡Solo una vez!”
¡Dulce divinidad!
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