Uno no necesita ser un
castillo – para estar embrujado –
Uno no necesita ser una casa
–
El cerebro posee corredores,
pasillos –
que sobrepasan cualquier
lugar material –
Resulta más seguro el
encuentro – a medianoche
con un fantasma exterior
que confrontarse con su
fantasma interior –
ese huésped tan frío –
Mucho más seguro galopar a
través de una abadía –
las piedras, una persecución
–
que, desarmada, encontrar al
sí mismo de alguien –
en un lugar solitario –
Nuestro yo detrás de nuestro
yo, oculto –
debería sobresalir el que más
–
Un asesino escondido en
nuestro apartamento
sería la mínima muestra del
horror –
El cuerpo – pide prestado un revólver
–
cierra con seguro la puerta –
sin prestar atención a un
fantasma superior –
y sin prestar atención a nada
más –
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