Si puedo tenerlo cuando se
haya muerto,
tan siquiera con eso – estaré
contenta –
Si empieza a pertenecerme
justo en el momento de
expirar –
incluso si lo encierran en el
sepulcro,
será una felicidad que no
logro medir –
pues aunque te encierren en
una tumba
yo – puedo obtener la llave –
Piensa en esto, amante mío.
Tú y yo
con autorización – para estar
frente a frente –
después de una vida – en una
muerte –
llamémosla así – porque eso
era muerte –
y esto – eres tú –
Te lo relataré todo – cuán
mezquino se volvió todo –
Cuánta medianoche sentí –
dentro de mí –
en un principio – cómo se
detuvieron todos los relojes
del mundo – y el sol me puso
triste –
Hacía tanto frío – después,
como el dolor se durmió –
solo un poco – como si mi
alma fuera sorda y muda –
haciéndote unas breves señas
– de una lado a otro –
para que de ese modo –
pudieras notarme –
Te relataré cómo he intentado
conservar una sonrisa
para mostrártela cuando esta
llanura
esté ya vadeada – cuando
miremos atrás,
en son de broma, a esos
viejos tiempos – en el Calvario.
Perdóname si la tumba llega
lentamente –
porque codicio verte –
Perdóname si acariciar tu
hielo
aleja la visión del Paraíso.
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