Cuando la luz empieza a apartarse
–
nos vamos acostumbrando a la
oscuridad –
Como ese momento en que la
vecina sostiene la lámpara
para dar testimonio de su
adiós –
Andamos inseguros – por un
momento –
debido a la novedad de la
noche –
Después – ajustamos nuestra
visión a la oscuridad –
y enfrentamos – erguidos – el
camino –
Así – en estos atardeceres
del cerebro –
los más valientes – tantean
un poco –
oscuridades – más grandes –
cuando ni siquiera una luna
devela un signo –
Ni una sola estrella – sale –
desde adentro –
A veces se golpean contra un
árbol
directamente en la frente –
pero a medida que aprenden a
observar –
o la oscuridad se modifica –
o algo en la mirada
se acomoda a la medianoche –
y la vida logra caminar, casi
derecha.
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