Me fue encomendado por los
dioses –
Cuando yo era solo una niña
pequeña –
Tú sabes que ellos nos dan
muchos regalos –
Cuando somos nuevos – y de
corta estatura.
Lo guardé entre mi mano –
Nunca lo abandoné –
No me atrevía a comer – ni a
dormir –
Pues tenía miedo de que se
fuera –
Cuando iba de prisa a la
escuela –
Oí palabras como “afortunada”
–
Provenientes de labios en
esquinas de calles –
Y enfrenté aquello con una
sonrisa.
¡Afortunada! Yo era – la
afortunada –
Adquirir el nombre del oro –
y ser dueña del oro –
En sólidos lingotes –me hizo
audaz – la diferencia –
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