Tus riquezas me educaron en
la pobreza.
A mí, una millonaria
en pequeñas riquezas –
como las que pueden exhibir
las niñas –
Hasta que, amplio como Buenos
Aires –
juntaste – un Perú diferente
–
a tus dominios –
y yo hice un cálculo – de
toda la pobreza –
por el estado de vida – que
tenía contigo.
De minas sé muy poco –
Solo los nombres – de las
gemas –
los colores de la más
convencional –
y extraña de las diademas –
Tanto que si me encontrara –
con la reina –
podría reconocer – su gloria
–
Sin embargo, esta – tiene que
ser
una riqueza distinta –
para que los mendigos – la
echen de menos –
de esa manera.
Estoy segura de que eres una
piedra de India –
para quienes te observan –
todo el día –
sin obstáculo – sin censura –
Ojalá – fuera yo el judío
experto en joyas.
Yo sé que esta Golconda –
se encuentra más allá de mi
capacidad de soñar –
Tener una sonrisa – como mina
– cada día –
es mucho mejor – que poseer
una gema.
Al menos – consuela – saber
que existe – un oro –
aunque yo lo pruebe justo con
el tiempo medido
para ver – su distancia,
para intuir – su lejano –
lejano – tesoro –
para realizar una estimación
– de la perla –
que se escurrió entre mis –
simples – dedos
cuando yo aún era – una niña
–
y estudiaba en el colegio.
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