Morí por la belleza –
Estaba recién acomodada
dentro de mi tumba
Cuando a uno que murió por la
verdad
Le fue asignada una
habitación contigua –
Preguntó entre susurros por
qué había fallecido yo.
“Por la belleza”, le respondí
–
“yo por la verdad – ambas son
una –
Somos camaradas”, dijo –
Así pues, como parientes que
se conocieron por una noche –
Conversamos de habitación a
habitación –
Hasta que el musgo atrapó a
nuestros labios –
Y tapó – nuestros nombres –
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