lunes, 9 de mayo de 2016

421

Dejó de dolerme. No obstante, tan lentamente –
que no conseguí ver cómo se iba la aflicción –
Solo supe, al volver la vista atrás –
que algo – había oscurecido el camino –

Tampoco logré decir cuándo cambió la aflicción,
porque me había vestido con ella todos los días
de una manera tan constante como el traje de niña –
que pongo en el gancho todas las noches.

Sin embargo, no pude rastrear esa aflicción –
que construyó su nido muy cerca, igual a las agujas –
que las damas presionan contra las mejillas
de los acericos – suavemente – para conservar
el sitio que tienen.

Tampoco pude rastrear lo que la consoló –
Solo porque fue mejor – mientras estuvo yerma –
fue casi la paz –



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