Leí mi sentencia con
fortaleza –
la repasé con los ojos
para ver que yo no había
cometido ni un error
En su cláusula más extrema –
la fecha, y la manera, de la
vergüenza –
luego la piadosa forma,
ese “Dios tenga misericordia”
del alma.
El jurado votó por él –
Yo familiaricé a mi alma –
con su compleja situación –
para que durante el momento
final
no se presentara una nueva
agonía –
más bien para que ella y la
muerte, ya conociéndose –
se encontraran de modo
tranquilo, como amigas –
la saludara y después
falleciera, sin otra novedad –
y ahí concluyera el asunto –
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