El rostro que voy a cargar –
el último –
cuando esté fuera del tiempo
–
para asumir mi rango – allá –
en el Oeste –
ese rostro – será justamente
el tuyo –
Lo pondré en manos del ángel
–
Él – Señor – era mi
reputación –
en reinos – acerca de los
cuales – posiblemente –
has oído referirse a los
resucitados.
Él tomará el rostro – lo
examinará – se apartará –
Retornará – con una corona
como ninguna de las que
provocó piruetas del arcángel –
y rogará que me la ponga –
Y después – él me dará
vueltas y más vueltas –
ante la admiración del cielo
–
como a uno que rindió realeza
suficiente –
ante el nombre de su amo.