¿”Sembrado en deshonor”?
Ah, por supuesto.
¿Alcanza esto a ser deshonor?
Si fuera yo misma tan solo la
mitad de lujosa,
a nadie le prestaría
atención.
¿”Sembrado en corrupción”?
Por supuesto que no.
El apóstol se queda corto.
La Primera Carta a los
Corintios, 15 narra
una circunstancia – o dos.
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