miércoles, 17 de febrero de 2016

207


Bebo de vasijas reducidas en perla –
un licor jamás destilado –
Ni todas las bellotas de Frankfurt
producirían un alcohol así.

Estoy – ebria de aire –
llena de un vicio del rocío –
tambaleándome – entre días  de verano
sin término –
desde hostales de un azul fundido –

Cuando los dueños de estas tierras expulsen
a la abeja borracha de la puerta del dédalo –
Cuando las mariposas – renuncien a sus tragos –
beberé aún más.

Hasta que los serafines sacudan
su sombrero de nieve –
hasta que los santos – corran
hacia las ventanas –
para ver a la pequeña ebria
reclinada – contra el sol -



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