La victoria llega tarde –
y es mal vista por los labios
helados –
absortos en exceso con la
escarcha –
como para recibirla.
Cuán dulce hubiera sabido –
solo una gota –
¿Era Dios así de ahorrador?
Su mesa es demasiado alta
para nosotros –
a menos que comamos en puntas
de pie –
Las migajas – caen bien a
bocas tan pequeñas –
Las cerezas – les encantan a
los petirrojos –
los asfixia el dorado
desayuno del águila –
Que Dios quiera cumplir su
promesa a los gorriones –
quienes saben cómo
desfallecer – de poco amor –
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