nuestros pies esperan
los años augustos.
Si las primaveras brotan del
invierno –
¿pueden ser contabilizadas
las de las anémonas?
Si primero sale la noche –
después el mediodía –
qué contemplación –
saldrá a alistarnos para el
sol –
cuando desde mil cielos
en nuestros ojos educados
resplandezcan llameantes los
mediodías.
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