Espera hasta que la majestad
de la muerte
se pose sobre esa frente tan
mezquina.
Casi solo un empolvado
súbdito
se atrevería a tocarla ahora.
Espera a que este demócrata
vaya ataviado con túnicas
eternas.
Entonces podrás hablar entre
gritos acerca
de “nombramiento” – “posición”
–
y lo demás.
Obsequiosos ángeles esperan
alrededor de este tranquilo
cortesano.
Plenamente monárquico es su
séquito.
Plenamente púrpura es su
fasto.
Un caballero – se atrevería a
quitarse
el sombrero delante de tan
humilde arcilla –
pues esto mi Señor –
el Señor de los Señores
lo recibe sin rubor.
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