jueves, 4 de febrero de 2016

165



Nunca he visto volcanes –
Excepto cuando los viajeros relatan
cómo esas flemáticas – viejas montañas
usualmente tan apacibles –

llevan dentro de sí – una temible artillería,
fuego, humo y bala de cañón –
que desayuna poblados enteros
y aterroriza a los hombres –

Si en el rostro humano
la quietud es volcánica
cuando las facciones se mantienen en su lugar
delante de un dolor titánico –

si al fin y al cabo no vencerá
la angustia que arde con lentitud,
ni será arrojado al polvo
el palpitante viñedo,

si ningún amado anticuario
gritará con alegría: “¡Pompeya!”
en la mañana de la reconstrucción,
es momento de que regreses a las colinas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario