Durante algunas ocasiones oí
hablar a un armonio –
en la nave de cierta
catedral;
no entendí ninguna de las
palabras que dijo –
pero, durante ese tiempo,
contuve la respiración –
Y tras levantarme – e irme de
allí,
fui una chica más bernardina
–
no obstante – sin saber qué
me hicieron
en la nave de ese viejo
templo.
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