Dos nadadores lucharon con
todas sus fuerzas
sobre el mástil –
hasta el sol de la mañana –
Uno – retornó sonriendo a
tierra –
Lo del otro fue una pena.
Cuando pasaron por allí los
barcos errantes –
avizoraron un rostro –
sostenido por las aguas –
con ojos de muerte – aún
levantados, suplicantes –
y las manos – extendidas –
pidiendo auxilio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario