Suave, la margarita sigue al
sol –
Cuando el sol ha concluido su
dorada caminata –
ella se recuesta a sus pies
tímidamente –
Al despertar, el sol encuentra
allí a la flor –
¿Por qué estás aquí,
merodeadora?
Porque el amor es dulce,
Señor.
Tú eres el sol – nosotros la
margarita.
Perdónanos si nos acercamos a
ti con frenesí –
cuando acaban los días,
enamorados del Oeste que se
aleja –
de la paz – de la amatista –
del vuelo –
de la posibilidad de la
noche.
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