viernes, 26 de febrero de 2016

234


No me arriesgaría a abandonar a mi amigo,
porque – si él muriera mientras me ausento -
yo misma alcanzaría, muy tarde,
al corazón que me quiso –

Si yo defraudara a esos ojos
que se esforzaban tanto – para ver –
ellos no podrían soportar cerrarse hasta
saber – saber de mí –

Si yo hundiera el puñal a la paciente fe,
muy segura de que vendría –
muy segura de que llegaría –
la fe, oyendo – terminaría por dormirse –
pronunciando mi nombre que se retrasa.

Mi corazón hubiera querido romperse antes –
porque rompiéndose – hubiera sido tan inútil
como el sol de la mañana siguiente –
por donde pasaron los hielos – de medianoche.


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