sábado, 6 de febrero de 2016

171


Una cómplice peluda, sin pies –
que sin embargo corre demasiado.
Su semblante es de terciopelo –
y sus facciones pardas.

Algunas veces vive entre la hierba.
Algunas veces sobre una rama
de la cual desciende con felpas
sobre cualquiera que pasa.

Todo esto sucede en verano –
Pero cuando los vientos alarman
a los pobladores del bosque,
ella construye una residencia de damasco –
y entra enseñoreándose, cosiendo seda.
Luego, más fina que una dama,
emerge en primavera.
Una pluma en cada hombro.
A duras penas la reconocerías.

Los hombres la llaman oruga.
La llamo así. Pero quién soy yo
para contar el precioso secreto
de la mariposa. 

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