Tim y yo – no lloramos –
Sin duda, ya hemos madurado
mucho –
Pero ponemos bien el cerrojo
para cuidarnos de tener una
amistad –
después ocultamos nuestra
valiente cara,
hundida en nuestra mano –
aunque no para de llorar –
Tim y yo –
sin duda, ya hemos madurado
mucho –
No llegamos a condescender –
ni para soñar –
Solo cerramos nuestros ojos
marrones
con el propósito de ver el
final –
Tim – verá casitas de juguete
–
no obstante muy altas.
Luego – resultamos
temblorosos –
Y para evitar que yo – llore
–
Tim – lee un himno breve –
Rezamos,
te suplicamos, Señor, Tim y
yo –
pues siempre perdimos el
camino.
Tenemos que morir – pronto –
dicen los clérigos –
Tim – morirá – si yo – muero
–
Yo, a mi vez – si él muere –
¿Cómo solucionaremos esto –
pues Tim – ha sido – tan –
apocado?
Llévanos simultáneamente –
Señor –
a Tim – que soy yo –
y a mí.
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