Emily Dickinson
viernes, 26 de febrero de 2016
235
La flor no debe reprender a la abeja –
si esta llega con mucha frecuencia a su puerta
en busca de felicidad –
Debe, más bien, enseñarle al mayordomo de Vevay –
a nunca más decirle – a la gente –
“la señora no se encuentra en casa”.
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