lunes, 29 de febrero de 2016

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Nosotras – la abeja y yo – vivimos
para los licores exquisitos –
No todo es vino del Rin – para nosotras –
La vida también tiene su cerveza –
Sin embargo, son muchas las canciones
de triste Borgoña – que entonamos –
para darnos ánimo – cuando los vinos faltan –

¿Nos embriagamos?
Pregúntales a los tréboles chispeantes.
¿Peleamos con nuestra esposa?
Yo – nunca me casé –
y la abeja – bebe porque su propia esposa la invita –
en recipientes minúsculos –
esplendorosa – como la trenza – de su lúcida cabeza –

Mientras el Rin corre –
ella y yo – nos regocijamos –
primero – con el barril – y por último
con frutos de la vid –

Al mediodía – durante nuestra última copa –
somos halladas muertas – de néctar –
por un abejorro con corona
en algún lejano campo de tomillo.



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