En tierras nunca vistas
por mí – dicen
que los Alpes inmortales
miran hacia abajo –
Sus sombreros tocan el
firmamento –
Sus sandalias tocan la
ciudad;
Delante de sus pies
eternos, modesta,
juegan unas miríadas de
margarita –
¿Cuál eres tú, Señor, y
cuál yo –
en un día de agosto?
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