lunes, 11 de enero de 2016

77


A todos nos está destinada una dignidad –
en una mitrada tarde –
Nadie consigue evitar esa púrpura –
nadie evadir esa corona.

Asegura carruaje, y siervos –
habitación, y propiedades, multitudes –
y campanas, también, en la aldea,
mientras realizamos el recorrido de modo majestuoso.

Qué criados tan solemnes.
Cuánto servicio cuando nos detenemos.
Cuánta lealtad cuando alzan sus cien sombreros
al marcharnos.

Cuánta pompa superior al armiño
cuando humildes, tú y yo,
presentamos nuestro modesto blasón

y exigimos el privilegio de morir.

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