¿A quién pertenecen los
pequeños lechos
que se aposentan en los
valles? – pregunté –
Unos menearon sus
cabezas, otros sonrieron –
Nadie respondió.
Quizá no han oído – me
dije.
Preguntaré otra vez –
¿A quién pertenecen los
lechos – los diminutos lechos
tan tupidos en la
planicie?
Margarita está aposentada
sobre el más estrecho –
Un poco más allá –
muy cerca de la puerta
para ser la primera en despertar –
se encuentra la pequeña
Leontodon.
También están Iris,
Señor, y Áster –
Anémona y Campana –
Bartsia, en el manto
rojo,
y el robusto narciso.
Mientras – en muchas
cunas
ella se empeñaba ansiosa
con el pie –
tarareando la canción de
cuna más insólita
que jamás meció a un
niño.
¡Silencio! ¡Despierta
Epigea!
El azafrán parpadea –
La mejilla de Rodora es
carmesí –
sueña con los
bosques -
Entonces, volviéndose con
reverencia –
dijo ella: ya es su hora
de dormir –
Los abejorros les
despertarán
cuando estén rojos los
bosques de abril.
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