Ascendió esta tarde hace
un año.
Lo recuerdo bien.
Sin campanas ni gritos de
júbilo.
Los testigos pueden corroborarlo.
Dichoso – como hacia la
aldea –
Tranquilo – como hacia el
reposo –
Arrepentido – como hacia
la capilla –
este humilde turista
subió.
No habló de regresar.
No aludió a ningún tiempo
en que, si las ventiscas
fueran propicias –
podríamos ir a buscarlo.
Agradeció las rosas
en ramillete diferente
del de la vida –
Habló suavemente de
especies nuevas
para ir por ellas otro
día;
Seduciendo así al
prodigio
hizo más cercano a lo
prodigioso –
Las manos ocupadas en las
amarras –
El respeto de la
muchedumbre aumentó -
Yo también fui ascendida
desde nuestra visión
a nuevos rostros.
Con la diferencia – de
que una margarita –
es toda la serenidad que
conocí.
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