sábado, 23 de enero de 2016

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Los poetas cantan, además del otoño,
unos cuantos días prosaicos,
un poco esta parte de la nieve
y este trozo de la bruma;
unas cuantas mañanas incisivas –
unas pocas, ascéticas vísperas –
Concluidos – la vara dorada del señor Bryant
y los papeleos del señor Thompson –
se encuentra, callado, el estruendo del arroyo,
selladas las valvas con especias.
Dedos bajo hipnosis tocan suavemente
ojos de muchos elfos –

Tal vez una ardilla se quede –
a compartir mis sentimientos –
Concédeme, Señor, una mente soleada –
para sobreponerme a tu voluntad,
que es semejante a los vientos.  

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