Como centinelas atentos
al oriente,
como mendigos alegres
delante del festín
por la deliciosa fantasía
desplegada –
como arroyos en desiertos, que balbucean dulces
para un oído muy lejano
al deleite –
el Cielo estafa a quienes
se rinden.
Como el mismo centinela,
cuando el oriente
destapa cubiertas de
amatista
y permite que salga la
mañana –
Como el mendigo cuando es
invitado de honor,
esos labios sedientos
apretados contra las jarras.
Si es verdadero, para
nosotros es el Cielo.
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