Copos de nieve.
Los conté hasta que
bailaron tanto
que sus zapatillas
abarcaron toda la aldea –
Y entonces tomé un lápiz
para apuntar a los copos
rebeldes –
Se pusieron muy
contentos.
Deseché a los
presuntuosos.
Y los diez dedos de mis
pies, antes quietos,
ya están listos para un
brinco.
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